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Las más bellas cartas de amor de la historia

Las cartas de una persona cercana a nuestro corazón podemos leerlas mil veces. En ellas, las palabras de afecto y las confesiones íntimas se perpetúan para siempre en papel, convirtiéndose con el tiempo en evidencia de un sentimiento apasionado.

No hace mucho, cuando las personas ni se imaginaban el acceso a computadoras o smartphones, la única forma de comunicación entre dos enamorados eran las cartas de amor escritas a mano. Necesitaban solamente una hoja de papel y tinta para confesar sus sentimientos. 

Hoy en día, podemos admirar las cartas que han entrado en la historia de la epistolografía,  no sólo gracias a su contenido emotivo, sino también a los extraordinarios autores y destinatarios. En AdoptaUnChico, hemos recopilado las 10 cartas de amor más bellas de nuestro tiempo.

Ludwig van Beethoven a su Amada inmortal

Aunque este brillante compositor alemán era por naturaleza reservado y tímido, muchas mujeres aparecieron en su vida. Sin embargo, los historiadores y biógrafos se interesan particularmente en una carta de amor dirigida al Amado Eterno, encontrada poco después de su muerte en el cajón de su escritorio, escrita en julio de 1812. ¿Quién era este misterioso extraño? Se han hecho muchas especulaciones a lo largo de los años, pero hasta el día de hoy no está claro qué dama fue la destinataria de esta carta. 

“Sí, estoy resuelto a ser un extranjero vagabundo hasta que pueda volar a tus brazos… Debes estar tranquila, tanto más pues sabes que te soy fiel; ninguna otra mujer podrá nunca poseer mi corazón, nunca, nunca. Oh Dios, ¿por qué debe uno ser separado de aquella que le es tan querida? Para más, mi vida en Viena es actualmente desgraciada.Tu amor me ha hecho el más feliz y el más infeliz de los mortales”.

Napoleón Bonaparte y Josefina de Beauharnais

Su historia de amor fue perfectamente documentada por las cartas románticas que Napoleón le envió a su esposa Josefina. Unos días después su boda, en 1796, la pareja tuvo que separarse porque Bonaparte se puso en marcha rumbo al campo de batalla. El tiempo de su separación estuvo lleno de apasionadas correspondencias. Sin embargo, Josefina rara vez respondía y había rumores de que le era infiel. Cuando se confirmó que la emperatriz había tenido una aventura, las cartas se llenaron rápidamente de celos, tristeza y resentimiento. Tan pronto como Napoleón regresó de la campaña austriaca, se divorciaron, algo que nunca había pasado en Francia hasta ese momento. 

“Me despierto lleno de ti. Tu retrato y el recuerdo de la embriagadora velada de anoche no han permitido que mis sentidos descansen. ¡Dulce e incomparable Josefina, qué extraño efecto causas en mi corazón! ¿Estás enfadada? ¿Te veo triste? ¿Estás preocupada? Mi alma se rompe de dolor y tu amado no encuentra reposo”.

Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre

Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre están entre las parejas más famosas del siglo XX. Según los filósofos más amantes de la libertad, su relación no era trivial. Ambos tuvieron amantes, pero siempre fueron honestos al respecto. Hablaban abiertamente de todos los asuntos, sin censura y con detalles. Cientos de cartas han sobrevivido hasta la fecha, donde Simone y Jean Paul describen minuciosamente sus experiencias amorosas y eróticas.

“Intenta entenderme: te quiero mientras presto atención a las cosas que pasan. En Toulouse simplemente te quise. Esta noche te quiero en una tarde de primavera. Te quiero con la ventana abierta. Eres mía y las cosas son mías y mi amor altera las cosas a mi alrededor y las cosas a mi alrededor alteran mi amor”.

Honoré Balzac y la Condesa Ewelina Hańska

Todo comenzó en 1832, cuando Ewelina Hańska le escribió una carta a Balzac para expresarle su admiración por su trabajo como escritor. Desde entonces, comenzó su larga correspondencia. Sobrevivieron 414 cartas escritas por él de 1832 a 1850, pero desgraciadamente las de la condesa no tuvieron el mismo destino, ya que no subsistieron. 

La pareja se conoció por primera vez en 1833, después se encontraron varias veces, convirtiéndose rápidamente en amantes. Aunque Hańska era viuda, dudó durante mucho tiempo en aceptar las declaraciones de Balzac. No se casó con él hasta el 14 de marzo de 1850 en Berdýchiv, cinco meses antes de la muerte del escritor.

“Estoy prácticamente loco por ti, tanto como uno puede estar loco: no puedo unir dos ideas sin que tú te interpongas entre ellas. No puedo pensar en nada más que en ti”.

Frida Kahlo y Diego Rivera

La relación entre Frida Kahlo y Diego Rivera estaba llena de altibajos. Se separaban y volvían constantemente. La vida de Frida estuvo marcada por el dolor crónico, los celos, pero también por un gran amor. Se sintió aliviada cuando puso sus sentimientos en papel. Y así, durante los 27 años de relación con él, le escribió regularmente con emociones extremas. Esta larga correspondencia demuestra lo caótica y complicada que puede ser una relación entre dos personas, llena de decepciones, malentendidos e incluso traiciones.

“Toda mi alegría es sentir brotar la vida de tu fuente-flor que la mía guarda para llenar todos los caminos de mis nervios que son los tuyos, tus ojos, espadas verdes dentro de mi carne, ondas entre nuestras manos. Solo tú en el espacio lleno de sonidos. En la sombra y en la luz; tú te llamarás auxocromo, el que capta el color. Yo cromófobo, la que da el color”.

Lord Byron y la Condesa Teresa Guiccioli

Este precursor británico del romanticismo fue todo un rompecorazones. Byron estuvo envuelto en escándalos morales, por ser coqueto y por sus múltiples romances; sumándole a esto su gusto por la fiesta y el alcohol. 

El romance con la condesa Teresa Guiccioli, que era doce años más joven que él, y con la que se casó en 1823, no le ayudó a reconstruir su mala reputación. El fruto de esta relación fueron cartas de amor apasionadas, que reflejan la esencia de este corto pero hermoso amor. La joven italiana fue la última mujer en la vida del poeta que, sólo un año después de su matrimonio, murió de malaria.

“Todo depende de ti: mi vida, mi honor, mi amor -ámame, pues lo que siento por ti merece ser correspondido. Sufro tanto cuando amo, que en los últimos tres años he procurado evitar las pasiones fuertes. Pero ha sido en vano, como ahora ves. Enamorarme de ti ha sido para mí cruzar el Rubicón y ha decidido mi destino. No dejaré de cumplir todo lo que tú dices”.

Enrique VIII y Ana Bolena

El Rey de Inglaterra, Enrique VIII Tudor, escribió cartas apasionadas a Ana Bolena en secreto durante 38 años. La abundante correspondencia, que ha sobrevivido hasta hoy, revela el lado amable del monarca, que en ese entonces era percibido como un gobernante déspota e implacable. En las cartas podemos ver una imagen noble y sobretodo del fuerte amor que Bolena tenía por él. Gracias a su poder, reformando completamente la ley, se divorció de su primera esposa y se casó en secreto con Ana en 1533. 

“Si recuerdas mi amor en tus plegarias, tan firmemente como yo te adoro, difícilmente seré olvidado porque soy tuyo. Henry Rex, por siempre".

John y Abigail Adams

Aunque se sabe que John Adams ocupó el cargo de Presidente de los Estados Unidos entre 1797 y 1801, pocas personas saben que mantuvo correspondencia con su esposa Abigail durante muchos años. La pareja intercambió más de 1100 cartas, desde su compromiso hasta el final de la presidencia. Adams no sólo confesó su amor por su esposa en estas cartas, sino que a menudo consultaba sus decisiones políticas con ella. Aunque a primera vista, su correspondencia no está llena de pasión y deseo, es muy cierto que la pareja tenía un profundo afecto y respeto por el otro.

“Tengo muchas ganas de oír que han declarado la independencia. Y, al respecto, en el nuevo código de leyes que supongo que escribirán, les pido que recuerden a las damas y que sean más generosos y favorables con ellas que sus antepasados. No pongan poder ilimitado en las manos de los esposos”.

Edith Aron y Julio Cortázar 

Se dice que se vieron por primera vez en un barco rumbo a Europa en 1950 pero sin notarse. Tiempo después se conocieron en París por casualidad, antes de tener una relación. Julio volvió a Argentina y, después de un tiempo, decidió regresar a Francia y establecerse ahí. En 1951 escribió esta carta. Se dice que Edith fue su mayor musa y la mujer que inspiró su personaje más famoso de Rayuela “Magda”. 

“Voy a volver antes. Estaré allí en noviembre de este año. Y desde ahora pienso, Edith, en el gusto de volverla a encontrar y al mismo tiempo tengo un poco de miedo de que usted esté ya muy cambiada, sea una parisina completa, hablando el lenguaje de la ciudad y los hábitos de la ciudad...”

Clara Aparicio y Juan Rulfo 

Uno de los mejores escritores mexicanos, se dejó llevar por la tinta y el papel envueltos de amor. Rulfo conoció a Aparicio, quien después sería su esposa, a los 24 años. Llevaron una relación epistolar durante 7 largos y poéticos años. Por ello, sus entrañables cartas son bastante conocidas.

“He llegado a saber, después de muchas vueltas, que tienes los ojos azucarados. Ayer nada menos soñé que te besaba los ojos, arribita de las pestañas, y resultó que la boca me supo a azúcar; ni más ni menos, a esa azúcar...”

Franz Kafka y Milena Jesenská

Jesenska fue la única mujer a la que el autor de Metamorfosis, Kafka, amó apasionadamente. Se conocieron en un café de Praga. Su afamada correspondencia tuvo lugar entre 1920 y 1922. Tras viajes, enfermedades y diferencias, su historia se vió envuelta de dramatismo, pero también de mucho amor incondicional.

“La última noche soñé contigo. Lo que pasó no puedo recordarlo en detalle, lo único que sé es que nos fusionamos uno con el otro. Yo era tú, tú eras yo. Finamente, por alguna razón, prendiste fuego”.

Gabriel Garcia Marquez

Muchas fueron las cartas que el autor colombiano escribió durante su época juvenil cuando fue a estudiar a Zipaquirá en el Liceo Nacional de Varones. Sus compañeros del liceo comentan que García Márquez sintió una fuerte atracción por una estudiante llamada Berenice, quien supuestamente fue su primer amor y recibía hermosas cartas de Gabriel cuando era sólo un adolescente. Los jóvenes que estudiaron con el Nobel de literatura contaron que también les ayudaba con las cartas para sus novias y escribía sus declaraciones de amor.

“‘Ven, mi corazón te llama ¡ay¡ desesperadamente; ven, mi vida te reclama; ven que necesito verte…’, cantaba Rafael Arnedo, afuera, como dando una serenata casi diurna. Yo abría los postigos de la ventana y Rafa me decía: ‘Gabriel me invitó para que te cante y salgas a la ventana”.

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